Antes de inscribirse se quedó con la intriga de entrar a una casa que estaba al lado de la casa. Tenía un cartel que decía: 5 días para la demolición.
Volviendo a lo de la casa club al entrar en ella se encontró con un amigo muy querido de la infancia llamado Juan, ellos eran muy amigos y Juan tenía un grupo de amigos también de la infancia de Lucas.
Juan le dijo: –Algún día júntate con el grupo.
-Bueno- contestó.
Al día siguiente Lucas se juntó con el grupo de chicos y empezaron a jugar a la pelota. Jugaron como dos horas y en un tiro libre Lucas la mandó a la casa abandonada. A Lucas no le importó porque esa pelota era de la casa club y además había más pelotas iguales. Al día siguiente tiraron dos pelotas a la casa de al lado, que sólo le quedaban 3 días para la demolición, al otro día habían tirado 5 pelotas a la casa de al lado y sólo faltaban 2 días, al otro día Lucas dijo:
–Paremos de tirar pelotas a la casa de al lado.
Un chico del grupo contestó: -Bueno vamos a buscarlas-
-Pero mañana la tiran abajo.
Lucas dijo: -No si vamos mañana temprano.
Entonces fueron a la casa abandonada de al lado, treparon la cerca y entraron rompiendo la ventana. En la puerta encontraron un mapa que decía que si los chicos querían encontrar las pelotas deberían pasar el desafío de los mil metros. Claro que los chicos no sabían que era el desafío de las mil pruebas.
El papel decía que era una carrera de mil metros. Al llegar a los quinientos metros estarían las pelotas de la casa club todas limpitas y nuevas pero tenían que llegar en menos de una hora a la otra puerta. Por el pasillo de mil metros los chicos corrieron con toda su fuerza, llegaron a la mitad agarraron la bolsa pero pesaba mucho entonces la agarraron tres. Pero se cayeron a un pozo. Entonces siguieron por un camino que tenía una luz al final. Cuando llegaron a la luz se dieron cuenta que la cuevita de la esquina de la casa de Lucas se abría y ahí terminaba el camino. Cuando los chicos llegaron se tiraron al piso de cansados y se pusieron a llorar porque pensaban que no iban a ver a sus amigos. Se fueron caminando y por la esquina vieron a los amigos con mucha alegría. Finalmente, los dos amigos se despidieron del grupo y volvieron a su casa, luego de prometerse que guardarían el secreto para siempre..
Autor: Jorge Salvidio
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